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Nuestra vida en la tierra no es de ninguna manera una meta en sí mismo, sino una parte de nuestro ser eterno, que gradualmente nos empuja, por la lenta acción del tiempo, hacia lo divino.

Vivimos en un mundo cada vez más ruidoso: teléfonos que suenan, alarmas, bocinas...Agotadora, la contaminación acústica también se ha convertido en un gran riesgo ambiental. ¿Se está convirtiendo el ruido en un nuevo marcador de segregación social? ¿Y el silencio es un producto de lujo?